CENTRO DE ESTUDIOS E INVESTIGACIONES HISTORICAS Y SOCIALES

Objetivos Generales del CEIHS:

· Estudiar e investigar los distintos procesos históricos mundiales, nacionales y locales teniendo en cuenta los aspectos económicos, políticos, sociales y culturales, para lograr una comprensión acerca del funcionamiento de las sociedades en el presente y promover el desarrollo local.

· Recopilar, registrar y catalogar las diferentes fuentes de información para intentar analizar todos los hechos del pasado del hombre y poder así descubrir nuevos acontecimientos.

· Producir nuevos materiales bibliográficos y fuentes alternativas de información a partir de los resultados de los proyectos de investigación de cada departamento.

· Centralizar las actividades, la información, las fuentes y los recursos a partir de la articulación con otros centros de similares características y con otras organizaciones sociales en funcionamiento.


domingo, 25 de julio de 2010

UNA MUCHACHA DE LOS TOLDOS

En 1935, plena Década Infame, se aceleró la migración de desocupados del interior a Buenos Aires. Se los llamó “cabecitas negras”, aunque muchos llegaban de la pampa gringa, el centro del granero del mundo que, atacado por la crisis dejaba sin ocupación a los trabadores agrícolas y empobrecía a los pueblos.
La atracción de Buenos Aires venía de lejos. Desde que el puerto había empezado a crecer a costa del empobrecimiento de las provincias, la rutilante Capital empezó a atraer a muchos jóvenes sin horizontes. Estos llegaban, ahora, del interior bonaerense, del sur santafecino o de las cuchillas entrerrianas, regiones hasta ayer opulentas.
Entre ellos llegaría a Buenos Aires una quinceañera que venía de Junín, aunque había nacido en Los Toldos, la tierra de Coliqueo, y que esperaba triunfar como actriz. Era Eva Duarte pero su destino la llevaría a protagonizar un papel trascendente en la historia real.
Una noche de enero de 1944, San Juan fue destruida por un terremoto. De inmediato apareció la solidaridad, y la ayuda llegó desde todos los rincones del país. En el gobierno militar surgido el año anterior, un oficial del Ejército se destacaba como Secretario de Trabajo y Previsión. El coronel Juan Perón, con su laboriosidad desbordante, se puso a la cabeza de la colaboración y, por ello, estuvo presente en el festival que los artistas organizaron el 22 en el Luna Park. Allí se conoció con Evita Duarte. “Quiero hacer algo por esa pobre gente que en este momento es más mísera que yo”, dijo al coronel. “Yo la miraba”, decía este a la revista italiana “Tempo”, en 1956, “y sentí que sus palabras me conquistaban; estaba casi subyugado por el calor de su voz y de su mirada.” Al poco tiempo vivían juntos, con escándalo del ambiente militar. En los siguientes ocho años, la unión de los dos impulsaría la transformación de un país.
Estuvieron juntos, como se dice ahora, desde ese día y para siempre. No faltan en la crónica las leyendas y los mitos pero, como decía Fermín Chávez, cuando hay Historia, el mito es innecesario. No fue Evita la que levantó a los trabajadores para liberar al coronel el 17 de octubre. No tiene valor alguno la leyenda que la pone a la cabeza de las masas o la hace circular por los gremios, lanzando consignas. Evita no tenía en octubre de 1945 ni la experiencia que ganaría aceleradamente en los años siguientes, ni mucho menos las relaciones políticas y sindicales indispensables.
Hizo todo lo que podía entonces, para lograr la libertad de su compañero, más allá de toda especulación política. Pero no pudo entrar al Hospital Militar ni conseguir el abogado que buscaba para gestionar un habeas corpus y, según parece, fue reconocida por un taxista que la entregó a los heroicos estudiantes que ocupaban la antigua facultad de Derecho en la Avenida Las Heras. Estos la golpearon y Evita se refugió aparentemente en la casa de su amiga, la actriz Pierina Dealessi.
Tuvo que seguir los acontecimientos por radio y, sólo después de medianoche pudo reunirse con Perón.
Pero no necesitaba de aventuras para convertirse en lo que fue después. El odio hace decir al embajador de Videla, Américo Ghioldi “Todo lo que Eva Perón es resulta del poder dictatorial. No hay ningún aporte personal. Un robot electrónico habría cumplido parecidas funciones. La llegada a la Casa Rosada es su solo camino de Damasco que la convierte de una doña Nadie en 1943, en una Reina en 1946”. Nuestro Fermín, quien cita al maestro socialista, responde que “en la historia, como en la vida misma, nada se crea ex nihilo. Por eso es que resulta casi una tontería sociológica esa observación... Sin Evita Duarte no podía haber Eva Perón”.
“En cada necesidad, un derecho”, veía, y se entregó a satisfacerlos. Para algunos fue sólo un “invento” de Perón. Para otros, manejaba a su antojo a un pusilánime coronel. Se entregó a su marido con la misma pasión con que lo hizo a la causa de los desposeídos. Consciente de las debilidades de su instrucción se esmeró en capacitarse.
Se le atribuye resentimiento, por su condición de hija natural y por la pobreza de sus primeros años. De ahí habría surgido su gusto por las joyas y la ropa suntuosa y el odio a las familias patricias. Pero éstas no la detestaron menos, y en todo caso, las veía, acertadamente, como las enemigas de Perón y de sus grasitas. Con respecto a la frivolidad de sus atuendos -tenía menos de treinta años entonces- terminó abandonándola cuando podía ser un inconveniente para su quehacer social.
La política social impulsada por Perón tenía mucho que ver con sus expectativas reivindicatorias. No se trataba de acompañar al Coronel en una aventura política personal, sino de hacerlo en una patriada con un contenido social cuya coincidencia con sentimientos muy profundos de Evita se fue haciendo consciente.
A poco de asumir el gobierno constitucional, se instaló en una oficina en el Correo Central, pero fue su traslado a la antigua Secretaría de Trabajo y Previsión, en septiembre de 1946, lo que comenzó su proyección política. El accionar del Movimiento Obrero Organizado, al que Evita no era ajena desde 1946, atendía las postergadas necesidades de los trabajadores sindicalizados. Pero el inmenso número de marginales, de ancianos que no habían trabajado nunca dentro de un sistema conveniado, de madres solteras, de niños sin padres, y de tantos otros, que no estaban cubiertos por la legislación que protegía a los trabajadores, encontró solución a sus dramas, primero en la Secretaría y, más adelante, en la Fundación.
En sus entrevistas cotidianas con los pobres y los trabajadores, con los ancianos y las mujeres humildes -que concluían siempre con la satisfacción de las demandas- fue adquiriendo una experiencia que consolidaba su personalidad política. Sus primeros discursos -vacilantes se fueron perfeccionando, hasta culminar arrolladoramente con el que pronunció el 17 de octubre de 1948. La Compañera Evita, se convertía poco a poco en la referente de los trabajadores y los dirigentes gremiales encontraban en ella un liderazgo interno.
Su liderazgo político, complementaba al de Perón, cubriendo las espaldas del Líder, y sin competir con él. Al mismo tiempo, nutría su natural agudeza política que la iba convirtiendo en única e imprescindible interlocutora de Perón, aislado en la soledad del poder.
La sanción de la ley 13010 de sufragio femenino la tuvo como directa: El 27 de enero siguiente, habló por radio, diciendo: “La mujer argentina ha llegado a la madurez de sus sentimientos y sus voluntades. La mujer argentina debe ser escuchada, porque la mujer argentina supo ser aceptada en la acción. Se está en deuda con ella. Es forzoso restablecer, pues, esa igualdad de derechos, ya que se pidió y se obtuvo, casi espontáneamente, esa igualdad en los deberes.”
El 9 de septiembre de 1947 se sancionó la ley, que establecía que “las mujeres argentinas tendrán los mismos derechos y estarán sujetas a las mismas obligaciones que les acuerdan o les imponen las leyes a los varones argentinos” y que fue votada por unanimidad. El 23, ante una Plaza de Mayo colmada de nuevas ciudadanas, Evita afirmó que le temblaban las manos “al contacto con el laurel que proclama la victoria [...] Aquí está, hermanas mías, resumida en la letra apretada de pocos artículos, una historia larga de luchas, tropiezos y esperanzas”.
Fue la pareja presidencial la que lanzó el rumor acerca de la fórmula Perón-Eva Perón para las elecciones de 1951. En otra parte hemos analizado el tema, pero en síntesis: Perón y Evita trataron de taponar la candidatura a vicepresidente ante posibles sorpresas. (También en otra parte hemos comentado la desconfianza del General hacia lo que Sarmiento llamó La precaución inútil. Y los argentinos de 2008 a 2010 han aprendido de su peligrosidad) Las resistencias -sobre todo en el Ejército- no parecen haber tenido fuerza para oponerse. Muchos se entusiasmaron con lo que en realidad no habría sido otra cosa que una maniobra distractiva del Líder y su principal colaboradora, y la propia Evita debió impresionarse con la masiva demanda del Cabildo Abierto del Justicialismo. En realidad, con la vicepresidencia, estaba lejos de ganar espacio o poder. Siendo Evita era mucho más.
Los primeros síntomas de su enfermedad fueron el acicate que la impulsó a aprovechar hasta el último segundo de lo que le restaba de vida. La actividad febril de los meses siguientes superó con creces lo que había sido su ritmo de trabajo anterior.
El 6 de noviembre de 1951 fue sometida a una tardía operación, a cargo del destacado cancerólogo norteamericano George Pack. Cinco días después, mediante una excepción especial a las leyes electorales votada por el Congreso, pudo votar -¿como no iba a hacerlo?- en las primeras elecciones en que lo hacían las mujeres.
El 1º de mayo de 1952 habló por última vez desde el histórico balcón: “Mis queridos descamisados: Otra vez estamos aquí reunidos los trabajadores y las mujeres del Pueblo; otra vez estamos los descamisados en esta plaza histórica del 17 de Octubre de 1945, para dar la respuesta al Líder del Pueblo, que esta mañana al concluir el mensaje dijo: ‘Quienes quieran oír que oigan; quienes quieran seguir que sigan.’ Aquí está la respuesta mi general. Es el Pueblo trabajador, es el Pueblo humilde de la Patria, que aquí y en todo el país está de pie y lo seguirá a Perón, el Líder del Pueblo, porque ha levantado la bandera de la redención y de la justicia de la masa trabajadora.
[...] Compañeros, compañeras: otra vez estoy en la lucha, otra vez estoy con ustedes, como ayer, como hoy, como mañana. [...] Yo saldré con el Pueblo trabajador, yo saldré con las mujeres del Pueblo, yo saldré con los descamisados de la Patria, para no dejar en pie ningún ladrillo que no sea peronista, porque nosotros no nos vamos a dejar aplastar por la bota oligárquica y traidora de los vendepatrias que han explotado a la clase trabajadora”.
Recuerda Marysa Navarro que “El día antes de morir, cuenta Perón, lo mandó llamar porque quería hablar a solas con él. Se sentó sobre la cama y ella hizo un esfuerzo por incorporarse. Su respiración era apenas un susurro: ‘No tengo mucho por vivir -dijo, balbuceante–. Te agradezco lo que has hecho por mí. Te pido una sola cosa más... No abandones nunca a los pobres. Son los únicos que saben ser fieles”… A las ocho y veinticinco, una hora que miles de argentinos recordarían por muchos años, dejó de respirar.
Tenía treinta y tres años”
La ausencia de Evita dejaría en un enorme vacío a Perón. El Líder había tenido en su mujer a su invalorable colaboradora, a su persona de confianza, a la interlocutora que paliara la soledad del poder. Y también un vacío afectivo, que los adulones tratarían de aliviar inventando distracciones que ayudaron a reducir la tradicional capacidad de trabajo del presidente. Sin caer en explicaciones psicologistas de los hechos históricos, que en la Argentina de 1952-55 se desarrollaron por sus propias causas y su propia dinámica, puede afirmarse que Perón, aunque seguía siendo el mismo, sintió el impacto en su entusiasmo y en su fuerza.
Viejos peronistas que la conocieron de cerca imaginan que con ella no hubieran ocurrido los trágicos hechos de 1955. Los montoneros, en su momento, la imaginaban opuesta revolucionariamente a un Perón conservador y firmaran que si “viviera, sería montonera”. Conociéndola y sabiendo su absoluta identificación con el Conductor, es fácil suponer que sería peronista.
¿Tiene sentido en Historia especular sobre lo que pudo ser? Si la Historia no es lo que pasó antes, sino lo que empezó entonces, continúa hoy y se proyecta al futuro, si como decía Jauretche, entendemos que somos eslabones de una cadena que no empezó, ni terminará, con nosotros, lo que queda es comprender ese pasado y, para quienes compartimos los ideales de quien ha sido justamente consagrada como Mujer del Bicentenario, cumplir con su profecía: “Yo se que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la Victoria.”
Enrique Manson
Julio de 2010

FUSILADOS EN CAMPO DE MAYO

El levantamiento del general Valle
Los operativos en la guarnición de Campo de Mayo en contra de la dictadura de Aramburu. Los “libertadores” dan a luz la “revolución fusiladora”.

El 9 de junio de 1956 hubo una rebelión encabezada por el general Juan José Valle, que tuvo por objetivo recuperar el poder que la autodenominada Revolución Libertadora le había sacado al pueblo al derrocar al presidente constitucional Juan Domingo Perón. La rebelión falló y la jornada terminó en tragedia, con numerosos fusilamientos de militares y civiles en Capital Federal y Gran Buenos Aires. Rodolfo Walsh contó en detalle los fusilamientos de civiles en el basural de José León Suárez en “Operación Masacre”; Salvador Ferla, desde otra perspectiva, describió aquellas horas a través de “Mártires y Verdugos”; por su parte el suboficial Carlos Burgos contó su experiencia en un libro que publicó en 1972 bajo el título “Revolución y Fusilamientos”, mientras que al cumplirse los cuarenta años de aquella acción Enrique Arrosagaray retomó el tema, centrando el foco de atención en Avellaneda en su trabajo “La ´Resistencia y el general Valle”, generando la obra más completa sobre aquellas jornadas rebeldes.
Campo de Mayo fue uno de los ejes de importancia del levantamiento, aunque la falta de coordinación, las traiciones y las delaciones favorecieron el fracaso del copamiento de la unidad militar, donde dos coroneles y cuatro oficiales jóvenes fueron pasados por las armas por sus propios camaradas del Ejército. Muchos suboficiales salvaron sus vidas por una medida que llegó segundos antes que se gatillara contra sus pechos.

La respuesta del pueblo
La rebelión del 9 de junio no fue un hecho aislado, sino la respuesta natural del pueblo ante la agresión de militares que un año antes había iniciado una escalada en contra de toda la población. El primer hecho significativo fue el bombardeo del 26 de junio de 1955, cuando en la Plaza de Mayo quedaron cerca de 300 personas asesinadas, y el doble quedó con heridas, luego del paso de aviones militares que atacaron a todo lo que se moviera en el histórico lugar, con el fin de derrocar a Perón. El golpe de Estado, autodenominada Revolución Libertadora, se produjo en septiembre del mismo año, y no solo inició una feroz persecución a militantes y simpatizantes justicialistas, sino que prohibió todo lo que estuviera relacionado con el peronismo. Desde lo económico se adhirió al FMI y sus recetas, favoreciendo internamente a las clases más pudientes y generando un clima favorable para las empresas extranjeras en desmedro de los trabajadores. La CGT, órgano representativo de millones de trabajadores, fue intervenida; y ya ocupado el edificio se dedicó con esmero a robar, ultrajar, vejar y esconder en Europa el cadáver de Eva Perón, no solo la mujer que defendió como nadie en la Argentina a los más pobres, sino la que, previendo las traiciones dentro de las Fuerzas Armadas, había impulsado la creación de milicias de trabajadores, comprando armas en su gira por Europa. En General Sarmiento, distrito lindero a Campo de Mayo, ocupaba el cargo de intendente el comisionado Santiago Gutiérrez.
El golpe de Estado y el consecuente alejamiento de Perón no desembocó en una guerra civil, aunque no impidió que los perseguidos se empezaran a organizar para resistir el embate de la movida golpista que encabezó Eduardo Lonardi primero, y continuaron con más fuerza represiva Pedro Aramburu y Isaac Rojas. Esos movimientos de resistencias fueron espontáneos, muchas veces sin coordinación entre sí, aunque Perón intentó darle un conductor delegando el mando en John William Cooke. Sabotajes, colocación de “caños”, y una insinuación de guerra de guerrillas, tomando como modelo las montoneras de Artigas, Güemes, Andrés Guacurarí o Felipe Varela del siglo XIX, y adelantándose a las estrategias guerrilleras setentistas. En las Fuerzas Armadas también hubo militares que se resistían internamente al golpe “libertador”, algunos fueron dados de baja, otros fueron mantenidos en el “freezer”, los que pasaron desapercibidos quedaron adentro de la institución tratando de tomar contacto con grupos de la informal resistencia peronista.
Juan José Valle fue un general que decidió comandar una revuelta para derrocar a Aramburu y Rojas. Lo acompañaron el general Raúl Tanco, un grupo muy pequeño de coroneles, algunos oficiales, una mayor cantidad de suboficiales y grupos civiles distribuidos por el Gran Buenos Aires. En el interior estaba armada la red en lugares como La Pampa, Córdoba, Salta, Rosario, y en la provincia de Buenos Aires los ejes de la rebelión estuvieron en La Plata, Avellaneda, Lanús, La Tablada, Capital Federal y Campo de Mayo, la guarnición militar más grande del país, con un gran poder de fuego y clave para cualquier sublevación. Y si la intentona es recordada no es ni por la espectacularidad, ni porque hayan jaqueado un poder infinitamente más grande, ni porque se haya prolongado en el tiempo. La revolución de Valle es recordada porque al fracasar, los participantes fueron pasados por las armas, siendo fusilados civiles, suboficiales y oficiales, entre ellos algunos que no formaban parte del movimiento sedicioso y otros fusilados aplicando la ley marcial con retroactividad.

Campo de junio
La rebelión estalló el 9 de junio, y como Campo de Mayo reunía un poder de fuego importante, el comando de Valle designó a tres coroneles para tomar la guarnición militar. Horas antes los que participarían de la sublevación en la guarnición militar recibieron la arenga de Valle junto al río Luján, donde se dejó en claro que no sería a sangre y fuego, es decir que se buscaba provocar la menor cantidad de bajas posibles. Los coroneles Ricardo Santiago Ibazeta y Alcibíades Cortines encabezaron la revuelta, bajo el mando del coronel Berazay, quien tuvo una participación de pocos minutos en la intentona antes de alejarse del terreno de operaciones. Los lugares que se debía controlar en el primer golpe de mano eran la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral, la Escuela de Comunicaciones, el Hospital Militar y la Usina, que proveía de luz a toda la guarnición. El nivel de precariedad de la movida lo marca que entre los jefes participantes no había contacto directo, que muchos suboficiales fueron a copar los puestos asignados en colectivo ya que no contaban con movilidad propia, que no había contacto con el personal que estaba en el interior de la guarnición y que estaban a favor del golpe, y además el grado de infiltración que permitió que los altos mandos supieran con anterioridad todos los pasos y permitiera tomar las medidas del caso.
El ya mencionado Arrosagaray cita, en su investigación, al suboficial Oscar Burgos para desglosar el personal que acompañaba al coronel Berazay en su estado mayor: "teniente coronel Franco, sargento Quiroga, tenientes Chescota y Aloe y otros; además contaban con la colaboración de los suboficiales Freyre, Larreyna, Cerminaro, Tristán, Eugeni y otros, y también con el apoyo de un reducido grupo de civiles".
El coronel debía tomar la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral, mientras que Cortines, quien había salido de su casa de Villa del Parque el día anterior para ajustar los últimos detalles, debía tomar el batallón de Infantería de dicha Escuela, contando para ello con el mayor médico Pignataro y los capitanes Caro y Cano.
Mientras tanto el coronel Ibazeta debía tomar la Agrupación Servicios de la división blindada Nº1, siendo acompañado por los suboficiales Marcelo, Stagno, Esnaola, Burgos, Monjes y Chotro.
El primer lugar que debía coparse era la usina, ubicada en el cruce de la ruta 8 con el río Reconquista, para cortar la luz en toda la guarnición y permitir una mayor libertad de movimiento de los rebeldes. Además el corte total de luz serviría de señal a los hombres apostados en torno a la guarnición, como para que iniciaran el avance hacia sus objetivos. Pero los suboficiales en actividad que debían estar adentro a esa hora fueron relevados de sus puestos durante la tarde por las autoridades nacionales, que ya sabían del levantamiento, colocando no solo personal de reemplazo, sino reforzando el lugar. Los que desde afuera llegaban a copar el espacio designado se encontraron desorientados ante la ausencia de los hombres afines, y antes de tomar el lugar por asalto decidieron retirarse, generando confusión en todo el dispositivo, que esperaba la señal para avanzar.
Ruta 8 y Senador Morón, la entrada de Bella Vista, fue el lugar de reunión de otro grupo, que debía ser comandado por un teniente coronel de apellido Fernández, que nunca apareció. Los suboficiales Goicochea y Mendonca, junto a otros, decidieron continuar por su cuenta, ingresando al lugar, secuestrando un jeep y al oficial que circulaba en él recorriendo los puestos de guardia. El objetivo era la Escuela de Comunicaciones, así que hacia allá avanzaron, y se detuvieron en las proximidades esperando que se corte la luz. Ante la ausencia del jefe, el retraso de energía eléctrica, el inicio de las acciones con disparos de armas de diverso calibre y el escaso poder de fuego que poseían (apenas su pistolas y dos cargadores de repuesto cada uno y alguna que otra arma larga) el grupo decidió retroceder.
El coronel Cortines no esperó el corte de luz, sino que a la hora indicada avanzó junto a un grupo de suboficiales tomó el batallón de infantería de la Escuela de Suboficiales, contando con la colaboración desde adentro de los tenientes primero Jorge Noriega y Néstor Videla. El último era correntino, de Curuzú Cuatiá, músico y buen intérprete del violín.
Por su parte el coronel Ibazeta, quien más allá de los inconvenientes de luz y poder de fuego había tomado su objetivo, buscó a Cortines para unir fuerzas y esperar a Berazay. Arrosagaray dice que los hombres de jefe del operativo habían tomado Puerta 3 a las 23, y que el coronel Berazay dudó sobre los siguientes pasos, y luego de decidirse a ingresar a la guarnición avanzó cien metros, recordó que tenía que hacer un llamado telefónico, volvió sobre sus pasos y no regresó.

Fracaso y fusilamientos
Antes de la medianoche el general Valle debía dar a conocer la proclama de los rebeldes a través de una radio, para eso se debía tomar una antena transmisora, cosa que falló en Avellaneda y marcó el inicio del fin. Solo en La Pampa se llega a leer la proclama, pero el movimiento sedicioso que había llegado a tomar la ciudad de Santa Rosa, es truncado con la llegada del Ejército y la aviación. En La Plata, con una intensa refriega, se llega a tomar el Regimiento de Infantería 7, bajo el mando del coronel Cogorno, y recién al día siguiente la intentona es ofuscada. Los otros puestos tampoco llegan a consolidarse, en algunos casos ni siquiera entran al cuartel ya que hay traiciones evidentes y en los lugares los esperan militares para atraparlos.
En Campo de Mayo las fuerzas que toman algunas unidades son insuficientes para controlar la inmensa guarnición, y pronto los rebeldes son detenidos durante la represión que encabeza el general Lorio. De inmediato se arma un Consejo de Guerra para los oficiales, el cual determina castigar duramente a los complotados, aunque no se llega al extremo de pretender fusilarlos. Desde la superioridad envían órdenes que hacen caso omiso la determinación del Consejo, y a primera hora del 11 de junio llega la ordenan fusilar a los rebeldes. Ya para entonces se había fusilado en distintos lugares del Gran Buenos Aires, y en la madrugada de aquel día se sumarán a la lista de fusilados los coroneles Cortines e Ibazeta, los capitanes Cano y Caro, y los tenientes primero Videla y Noriega.
Los suboficiales habían estado detenidos en el microcine, fuertemente custodiados, cuando les hacen el juicio militar por su actitud. Horas antes habían escuchados los disparos de los fusilamientos, y pocos comprendieron de qué se trataba. Cuando el tribunal militar los condeno a muerte, comprendieron que los disparos habían sido realmente de fusilamientos. Pero la orden de la superioridad es que cesaran las ejecuciones, y los suboficiales salvaron su vida a escasas horas de enfrentarse al pelotón.
Si durante los siguientes días de junio no hubo más fusilamientos fue porque el general Juan José Valle, que no había sido atrapado, se entregó voluntariamente, bajo la promesa de no ser fusilado y el compromiso que se detendría la matanza. Se cumplió lo segundo, siendo él fusilado el martes 12 de junio. Los detenidos quedarían en esa condición hasta la llegada al poder del presidente constitucional Arturo Frondizi, quien asumió en 1958 con votos peronistas, traicionando luego los acuerdos que había hecho con Perón.

Fabián Domínguez

HACIA EL ESTADO NACIONAL

Si, de acuerdo con Halperin, el rosismo fue, desde el punto de vista económico, la mejor adaptación posible a las condiciones del capitalismo mundial posteriores a la gran crisis de 1825, Caseros representará el inicio de una etapa de transición hacia la redefinición de la forma en que la región se insertará en ese mundo capitalista, sujeto desde mediados de siglo a una nueva transformación que se expresa en la revitalización del impulso globalizador y en la expansión basada en un nuevo salto productivo que conjuga nuevas tecnologías, mayor necesidad de materias primas y disponibilidad de capitales para inversión. Los países capitalistas en general e Inglaterra en particular, dejaban atrás la etapa recesiva comenzada con aquel verdadero crack, iniciando una fase expansiva en la que no resultaría tan difícil superar las crisis de superproducción y cuyo desenlace marcaría el final de la hegemonía inglesa y el comienzo del siglo XX.
Pero esta adaptación no es automática ni, mucho menos, indolora. Por el contrario, el periodo de transición (1852-1862), definirá las características mismas de esa nueva forma de inserción en el mercado mundial y esa definición va a estar acompañada de formas políticas necesariamente institucionalizadas, garantía de estabilidad y seguridad para las inversiones y la inevitable inmigración, y de un mercado unificado.
La necesidad de adecuación a ese mundo que se transforma y al que la Argentina rosista asiste con la inmovilidad paralizante del conservadurismo madurado en los largos años de gobierno del Brigadier y consolidado por su arrollador triunfo de los años 40-42, pondrá en juego fuerzas maduradas lentamente durante esa misma etapa y que, en distinto grado y desiguales tiempos, abonaron o pretendieron pertenecer al rosismo.
Si tradicionalmente se ubica en primer lugar a la denominada Generación del ´37 o Nueva Generación, resulta decisivo el vuelco del General Urquiza, primera espada del federalismo, como emergente de un litoral en pleno crecimiento económico, cuya producción no obstante no representa mas del 10% de la de Buenos Aires, que solo puede continuar su línea ascendente a través del acceso directo a un comercio internacional del que solo Rosas posee, y utiliza en beneficio de su sector, la llave; es decir, el puerto de Buenos Aires y la posibilidad de facilitar o no la libre navegación de los ríos interiores.
Es en este ultimo punto que la disidencia litoral encontrará apoyo externo, conformando hacia afuera una alianza imposible de concretar con un interior empobrecido, en el que Rosas ha sabido imponer su hegemonía con dosis exactas de terror y ayuda económica.
Hacia ese nuevo polo de poder volarán los apoyos de la elite letrada que desde el ´37 se auto-propone como vanguardia de la organización nacional, ya depurada, según su condescendiente análisis, de todo vestigio de influencia ilustrada y abrazada al catecismo certero: el romanticismo. Ella también ha sabido sacar conclusiones de la situación europea; el modelo que propone (que Caseros convertirá en varios) no podrá basarse en el apoyo de los sectores mas desfavorecidos de la sociedad, no por que hayan concluido que estos sectores están demasiado lejos de pronunciarse y comprometerse con alternativas que les resultan por completo ajenas, si no mas bien por la extrapolación que hacen de la peligrosidad que encierra tales apoyos, vistos los incendios revolucionarios de 1848, solo aplacados en Francia por ese particular modelo de gobierno de Luis Bonaparte, cuyos epígonos aparecerían en nuestro País muchos años después.
La experiencia y su sapiencia, inclinan entonces al conjunto de la elite ilustrada a ofrecerse como el brazo ejecutor de los sectores económicamente dominantes en la construcción de un Estado y una Nación, tarea que, en principio, habían evaluado como relativamente fácil, al sobredimensionar la herencia rosista, en especial en lo que respecta a la construcción del Estado Nacional, al que suponían como una mera extensión y profundización del dominio impuesto por Buenos Aires al interior y el que, creían, había generado la suficiente subordinación como para que bastara con un simple reemplazo en la cúspide para hacer aparecer un Estado moderno en el vasto (y basto) desierto argentino.
Pero Caseros ha unido solo transitoriamente a sectores cuyo único punto en común es la necesidad de quitar de en medio a ese verdadero dinosaurio que, desde Palermo, obstaculiza el tránsito hacia la modernidad. El estallido se preanuncia en el boletinero del Ejército Grande que, a diferencia de Alberdi, no se resigna a dejar en manos de Urquiza la conducción de un proceso al que juzga necesario poner en manos ilustradas, en especial las suyas. No será esa sin embargo la montaña que divida las aguas luego de la victoria sobre el ya herbívoro tigre de Palermo; un múltiple conflicto que tiene como nudo central aparente el remozado, por no resuelto, enfrentamiento de los sectores dominantes del interior, que han encontrado con Urquiza y los terratenientes del Litoral una conducción y cierta cohesión imprescindible, y los terratenientes bonaerenses, poco dispuestos a ofrendar las rentas de la Aduana en el altar de la unión nacional. Hacia el interior de estos dos campos, la discusión sobre subordinación por la fuerza o no de la díscola Buenos Aires y los que pretenden continuar con el modelo exportador de cueros y carne salada, para lo cual no se necesitan grandes cambios, y aquellos que, impulsados por los vientos del mundo, pretenden volcar la riqueza de los suelos a la producción ovina, tal como lo demanda la nueva división internacional del trabajo. La elite ilustrada, perdida con Echeverria toda pretensión de homogeneidad, abastecerá con ideas a los distintos sectores en pugna.
El que aparece como el conflicto principal tendrá expresiones políticas institucionalizadas; la Confederación y el Gobierno de Buenos Aires dictarán sus respectivas Constituciones y darán marco legal a la dominación de sus respectivas oligarquías, heterogéneas ambas, pero conscientes del que consideran su principal enemigo. En la Constitución de la Confederación se verá realizada la concepción alberdiana, crudamente expresada en sus “Bases”, de un poder Ejecutivo autoritario (aunque no arbitrario), mal disimulado en un federalismo y un republicanismo meramente declamatorios, que garantice tanto la continuidad del avance económico logrado durante el rosismo, como el orden impuesto durante ese período, vacuna que cree necesaria para lograr la continuidad de la subordinación de los sectores que, no tiene dudas, se verán desfavorecidos por la República posible y deberán aprender a esperar el tiempo de la República verdadera. Caseros y San Nicolás parecen dar razón al grupo que, con origen en la Nueva Generación (Alberdi, J. M. Gutierrez, Vicente Fidel López, Pico), ha decidido llevar adelante su proyecto de la mano de Urquiza.
Resulta paradójico que, en el que aparece a primera vista como un enfrentamiento coyuntural, se esté definiendo en realidad el carácter último de esa República posible. Es, efectivamente, en el corazón de Buenos Aires donde se libra la batalla decisiva. Si una de las características centrales del Estado es su rol de articulador de la dominación social, es menester que se defina previamente cual será ese sector social dominante. No podrán ser quienes intentan, con grandes dificultades, imponerse en la Confederación los que extiendan su supremacía a la segregada provincia. Si el avance hacia Buenos Aires y el litoral en general fue, en épocas de la colonia, fruto de conveniencias geoestratégicas antes que económicas y el interior se conectaba con el mundo trabajando para Potosí, la caída de España a los cada vez mas profundos subsuelos de Europa determinó una nueva configuración económica en la que el otrora poderoso interior mediterráneo se vio languidecer sin fin, mientras emergían sectores que encontraban otras formas de inclusión en un mundo cada vez mas interconectado. La Confederación no encontrará nunca la base económica que le permita completar la dominación del territorio. Será la fracción vencedora en la lucha intestina de la clase dominante porteña la que pondrá su sello a la configuración del Estado. ¿Es la percepción de lo imposible lo que motiva la actitud de Urquiza en Pavón, o es solo la cuestión menor de su enfrentamiento con Derqui?. Como sea, para entonces podrá comenzarse la construcción de ese articulador de la dominación social, tan necesario ahora que hay un sector en condiciones de dominar y que ha encontrado una figura cuyos devaneos anteriores solo pueden explicarse por la indefinición del conflicto de facciones en que Buenos Aires se hallaba inmersa.
Por supuesto que el arribo al final de esta transición no se hará sin derramar, abundantemente los líquidos elementales de la construcción de nuestra nacionalidad: sangre y tinta. A los enfrentamientos armados que lo signan, corresponden las casi tan virulentas confrontaciones de ideas que, en el paradigmático caso de Alberdi y Sarmiento, llega a extremos de agresión verbal solo equiparados por algún otro debate en que el ilustre sanjuanino haya participado (hay que decir que su incontinencia lingüística no ha sido igualada por ningún habitante posterior de la, a veces patética, fauna política nacional). Este debate / duelo, que tiene como fecha formal de iniciación el 12 de Noviembre de 1852 en que Sarmiento dató su dedicatoria de “Campaña en el Ejercito Grande” a su “querido Alberdi”, reconoce antecedentes mas profundos en los escritos de ambos de los años 45 y 47. Haciendo caso omiso de la frondosa y auto-elogiosa interpretación que cada uno de ellos hará a posteriori de su propia producción, con la clara intención de demostrar su condiciones proféticas, es cierta la diferencia y ésta se encuentra en las visiones que cada uno tiene sobre el legado del rosismo. Legado que, mientras Alberdi se apresura a incorporar, sin beneficio de inventario, como base necesaria y suficiente para la construcción de un Estado moderno, Sarmiento matiza en especial en los referente al ritmo de crecimiento económico (al que cree que hay que acelerar) y a la importancia de la institucionalización de un poder que el autor de las Bases cree ya consolidado. Los rasgos esenciales que sus idearios muestran en esos años se potenciarán como consecuencia del enfrentamiento entre ambos y de las contradicciones propias de un proceso tan rico en matices: Alberdi acentuará su conservadurismo y Sarmiento buscará en vano una base social capaz de realizar la construcción de una sociedad capitalista como la que conoció en su viaje por América del Norte y errará por posturas diversas, llevado muchas veces mas por su intemperancia que por un análisis detenido y circunstanciado.
Si la transición va definiendo las nuevas formas que adoptará el poder político institucionalizado, al mismo tiempo se sientan las bases de modernos instrumentos para la conquista y el mantenimiento de ese mismo poder. No podía ser la Confederación la que presentara innovaciones en ese sentido, demasiado aferrada a una estructura caudillista, que convierte a la Constitución en apenas una cáscara que se respeta solo formalmente mientras la verdadera forma de Ejercer el Gobierno sigue siendo el pacto entre mandamases y la lealtad personal. Será la ciudad de Buenos Aires la que retome su tradición de participación política, luego de los largos años en que se impusiera sobre ella la ajena manera de dominio político nacido en la campaña, reproductor del orden de la Estancia y trasladado a la urbe como remedio ultimo para el desorden y la anarquía que la lucha facciosa habían provocado. La sobreactuada politización rosista no parecía haber borrado de la memoria ciudadana el corto pero febril proceso iniciado con las milicias que enfrentaron a las tropas de Beresford y que cerrarían los funestos estallidos sociales de 1829. Es ese el público cuyos oídos endulzan los fervorosos discursos del credo liberal a la Mitre, el que mejor comprende las posibilidades que brindan los nuevos tiempos para quienes estén a la altura de ellos. El Partido es entonces el instrumento, el liberalismo la ideología. Pero como Base social la ciudad es insuficiente y el poder económico apoyará esta opción celeste, que parece garantizar tan bien como el rojo punzó la hegemonía de Buenos Aires, siempre y cuando se despoje de todo radicalismo demasiado infantil y abandone las recurrentes ideas de aventuras punitivas que transformen el desierto caudillista en un vergel liberal, por la fuerza de armas que sus ganancias deberían costear. Solo queda una forma de crear un partido que contenga a sectores tan diversos y que, al mismo tiempo, pueda pretender lanzarse a la conquista del interior: debe poder superar el cerco de definiciones programáticas para estar dotado de una flexibilidad tal que le permita la no definición absoluta. Indigesto para muchos que el movimientismo tenga su raíz nada menos que en las juveniles huestes de Mitre.
El Partido entonces como elemento innovador y como centro de la actividad política, pero lejos de encorsetamientos ideológicos u organizativos, con un amplio criterio que no puede evitar, sin embargo, inaugurar también la tradición nacional de fracturas, tensionado por las fuerzas reales que disputan la hegemonía en la clase dominante local. El autonomismo quedará como la expresión política de la impotencia para adaptarse a una realidad que trasciende al País y que exige de él la adaptación para que pueda ser aceptado como parte integrante del orden que surge del remozado maquinismo y que avanza arrastrado por las negras locomotoras a vapor del ferrocarril. Afilado el instrumento, los sectores dominantes de Buenos Aires podrán lanzarse a la construcción del Estado que pueda imponer esa dominación a todo el territorio.
Ese Estado, para servir al proceso de integración a la economía mundial, debe asegurar el orden interno. Si Orden y Progreso es la consigna, mientras el segundo término podría provocar, y efectivamente lo hace, interpretaciones diversas, el orden no necesita de sesudos análisis. El articulador de la dominación debe avanzar, para ser tal, sobre una sociedad civil que no opone mayores resistencias, dado su escaso grado de desarrollo autónomo, y sobre las autonomías provinciales, minadas ya las bases de sustentación de sus respectivos sectores dominantes luego del estrepitoso fracaso de la Confederación. La consecución de esos objetivos requieren de otros mas concretos tales como la conformación y distribución de una fuerza militar nacional, que se verá notablemente acelerada con la guerra del Paraguay; la cooptacion de los debilitados grupos que aún mantengan cuotas de consenso en el interior; la ejecución de obras que integren el territorio y sean funcionales al desarrollo económico elegido dentro de los márgenes que deja el capitalismo en su ruidoso avance hacia la periferia y la creación y difusión de elementos ideológicos de cohesión, es decir valores simbólicos que puedan servir a la creación de una identidad.
La segunda revolución industrial será entonces el fuego en el que se cocerán un Estado a la medida de sus necesidades y una nueva y gloriosa Nación en la inmensidad de las tierras que, alguna vez, habían sido consideradas yermas por la exigua mirada de los conquistadores españoles.

Alberto López Camelo

GLOBALIZACIÓN Y EDUCACIÓN

Se denomina globalización a la etapa actual de expansión del capitalismo, basada en una reconversión de la forma de producción y circulación de bienes y capitales, que han producido un conjunto de transformaciones sociales y culturales.
Esta reconversión se produce a partir de la crisis de los ’70, conocida como la “crisis del petróleo”. Una de las consecuencias centrales del aumento del precio del crudo, fue la acumulación de capitales que regresarían a los países centrales en forma de capital financiero. Este excedente daría origen a dos tipos de inversión que modelarían los rasgos substanciales de la economía en esta etapa:
1. Valorización financiera (inversiones en negocios financieros; por ejemplo, prestamos a países subdesarrollados).
2. Inversión en desarrollo de nuevas tecnologías.
3. Estos elementos se encuentran en la base de las transformaciones sociales operadas en la sociedad capitalista:
a. Abandono del modelo Taylorista-Fordista.
b. Adopción de modelos productivos basados en alta tecnología y pequeñas unidades de producción.
c. Disminución del peso (número, grado de organización e influencia política) de la clase obrera.
d. Incremento de la importancia de los sectores de servicios en la economía.
e. Nueva fase de concentración económica – Transferencia de riqueza desde los sectores y países pobres a los ricos (el PBI per capita de los países del G7 creció un 22% entre 1985 y 1995. En los 47 mas pobres disminuyó en un 15% en el mismo periodo).
f. Reestructuración del Estado. Desmantelamiento del estado benefactor.
g. Aumento de la desocupación y nuevas formas de regulación laboral.
h. Aumento de la exclusión, marginalidad y violencia social.
i. Fragmentación social.
Esta simple enumeración debería ser integrada en la explicación de todo el proceso, dado que se trata de fenómenos concatenados y no necesariamente simultáneos.
Es importante destacar que este conjunto de fenómenos se vieron favorecidos con la caída de los países de la orbita socialista. La revolución tecnológica que produjo el capitalismo no pudo ser imitada por el “socialismo real” y potenció, hasta el estallido, la tendencia declinante (como fruto de sus contradicciones internas) de la Unión Soviética y sus satélites.
En muchos países subdesarrollados este modelo se impuso, en una primera etapa, mediante la coacción. A partir de los `80 se consolida un aumento del consenso (favorecido por el grado de fragmentación), imponiéndose progresivamente un nuevo “sentido común”, que permite la aplicación de políticas neoliberales sin necesidad de represión excesiva.
Los cambios sociales enumerados, si bien afectan a la totalidad del mundo capitalista, lo hacen con especial crudeza en los subdesarrollados.
En nuestro País, los efectos de fragmentación, exclusión y disgregación social, se hacen particularmente dramáticos, al haberse aplicado de manera inflexible el ideario neoliberal, que ha llevado a la casi desaparición de las funciones reguladoras del Estado, quedando este como un instrumento desembozado de los sectores dominantes.
Este cambio en las funciones del Estado halla su fundamento también en los cambios en la forma de producir. Ya no resulta necesario asegurar la reproducción de la fuerza de trabajo (sobran trabajadores, sobra población), por lo tanto no es prioritario apuntalar la educación masiva.
A las transformaciones sociales, debemos sumar los cambios en lo cultural. Se impone una manera de pensar y actuar, calificada como posmoderna, que se pretende superadora de la modernidad y que se define, en muchos aspectos, por oposición a las principales corrientes de pensamiento imperantes en los siglos XIX y XX.
Además, el avance en las formas comunicacionales, ha colaborado en la imposición de una nueva lógica social, organizando el pensamiento a partir de las leyes de mercado.
Los principales cambios en lo ideológico-cultural de la sociedad podrían resumirse en:
El avance de lo privado sobre lo publico y el consecuente crecimiento del individualismo, el egoísmo y la competencia, que están en la raíz ideológica del proceso de fragmentación de la sociedad. Unido a esto podemos citar el retroceso de las ideologías universalistas, y las filosofías de la historia. Es decir, aquellas ideas que incluían una concepción del mundo distinta a la neoliberal. Entran entonces en crisis las nociones de tiempo y espacio propias de la modernidad, así como la de progreso. Paradoja de estos tiempos, en el ámbito de las ideas la globalización impone un grado cada vez mayor de fragmentación.
La introducción del individualismo en la política, reflejo de los conceptos enunciados en el párrafo anterior, a la par de alejar a la ciudadanía de la participación, genera el efecto de que, mientras se amplían los mecanismos formales de decisión ciudadana, se avalan pasivamente políticas socialmente regresivas.
La posibilidad de comunicaciones casi instantáneas y la ampliación de las técnicas que se utilizan en estas, han requerido un cambio en las nociones significativas.
Predominio de la estética visual sobre la estructura narrativa, característica de la modernidad.
Afán de consumo.
Cultura de la velocidad.
Desconfianza de la razón y desencanto frente a los ideales no realizados por la modernidad
Desaparición de dogmas y principios fijos. Agnosticismo, pluralidad de verdades. Subjetivismo.
Disolución del sentido de la historia. También la realidad se disuelve en fragmentos.
Pluralidad ideológica y cultural. Fuerte dosis de eclecticismo.
Distancia creciente entre generaciones.
Crisis de la ética: individualismo, narcisismo, hedonismo, flexibilidad de las costumbres, permisivismo.
Este conjunto de transformaciones socio-culturales, inciden en el ámbito educativo, tanto en lo institucional, como en los actores. Y le presentan un desafio: encarar esta situación desde una visión critica e impulsar una cultura escolar que contribuya a la creación y difusión de valores alternativos, que recuperen la solidaridad, la justicia, la inclusión social, es decir, aquellos olvidados por la cultura imperante.
El siglo XIX fue el periodo en que los sistemas nacionales de escolarización se organizaron en Europa y EE.UU. Las nuevas naciones independientes de América Latina, especialmente Argentina y Uruguay, miraron a Europa y a Estados Unidos buscando modelos para sus escuelas. No resulta casual que este desarrollo de la educación y los conceptos predominantes de universalización, coincidan con la necesidad de mano de obra calificada que generaron la revolución industrial y el primer proceso de mundializaciòn del capitalismo. En definitiva, la escolarización era una forma de reproducción del sistema. Transmitía, no solo conocimientos que permitieran la inserción social, sino que a la vez, reforzaba el “sentido común” que daba legitimidad al orden social existente.
En resumen, la escuela portaba y reproducía la ideología hegemónica.
A) Al ser portadora de la ideología dominante la escuela estaba identificada con la fe en el progreso, con el avance de la ciencia y con el modelo de la democracia liberal. Al mismo tiempo, reproducía y justificaba la división de la sociedad en clases y el orden jerárquico.
B) Si entendemos a la globalización como una fase del capitalismo que, por sus propias contradicciones, ha entrado en una crisis terminal (Beinstein, 1999), resulta difícil predecir si muchos de los valores de la modernidad no comenzarán a ser “rescatados” en los próximos tiempos.
Si, por el contrario, esta etapa es asumida como “el fin de la historia” (al decir de Fukuyama), los ideales de la modernidad habrán sido definitivamente superados y los fines para los que fueron creadas las instituciones educativas, perdieron toda vigencia. Aún la propia concepción universalista de la educación debería pasar a ser un recuerdo.
En lo personal, tomando como propia la primera opción, creo que, de todos modos, aunque desaparezcan los hechos que le dieron sustento, muchos de los cambios producidos en lo cultural, han venido para quedarse, y no hacen mas que ratificar la necesidad de reestructuración de la educación, ya planteada en la modernidad.

ALBERTO LOPEZ CAMELO

LA RESISTENCIA PERONISTA

El levantamiento por la vuelta de Perón

Bibliografía acerca de la intentona revolucionaria del general Juan José Valle.

En septiembre de 1955 fue derrocado el presidente constitucional Juan Domingo Perón. El golpe de Estado fue preparado con antelación, con distintos sectores apoyando a los militares rebeldes. La Iglesia Católica fue una institución que hizo punta de lanza, con una recordada fiesta de Corpus Christi, donde la procesión se transformó en una concentración política opositora, con la Eucaristía como bandera. Al día siguiente de aquella manifestación contra Perón se produjo el bombardeo sobre la Plaza de Mayo, que dejó la mayor cantidad de muertos en un hecho no natural en Argentina, triplicando la masacre de Cromañon. Finalmente el golpe sacó a Perón del gobierno, colocando al general Eduardo Lonardi al frente del gobierno, quien luego sería desplazado por la dupla integrada por el general Pedro Aramburu y el almirante Isaac Rojas. La proscripción del peronismo fue total, pero la resistencia del pueblo peronista empezó a organizarse en los barrios. Un grupo de oficiales del Ejército intentó recuperar el poder, organizando a lo largo del país una red de leales a Perón, entre militares y civiles. La maniobra de recuperación del poder se planteó para la medianoche que iba del 9 al 10 de junio del ´56, pero fracasó, pues la intentona estaba cantada, y las fuerzas de Aramburu actuaron con efectividad. Lo dramático del caso es que los golpista del ´55 decidieron provocar un escarmiento a todos los peronistas que intentaran rebelarse, y para ello ordenó la implementación de la ley marcial, y el fusilamiento de todo aquel que hubiera participado de la maniobra, ya fuera civil o militar, conspirador o sospechoso de conspirar.

Los libros de la buena memoria

"Operación Masacre" es tal vez el libro más conocido del periodista, escritor y oficial montonero Rodolfo Walsh, donde relata el fusilamientos de civiles en José León Suárez. Dicho material se sigue editando año tras año, es material obligatorio en cualquier escuela de periodismo y es clave para acercarse al fenómeno de la resistencia peronista y a un perfil del levantamiento de Valle aquella noche, el apoyo de alguno civiles y la falta de coordinación que hubo aquella noche.

Salvador Ferla, recordado colaborador de la revista "Todo es Historia", publicó en la década del `70 el volumen titulado "Mártires y verdugos", donde relata los detalles del levantamiento en todo el país. El material, editado en Ediciones de La Bastilla, no se encuentra en las librerías desde hace muchos años.

Un tercer libro es el del suboficial Oscar Burgos, vecino de Muñiz que participó del levantamiento, vivió para contarlo y decidió escribir aquellas jornadas durante su estadía en la cárcel. El material se logró publicar recién en 1973, después del regreso de Perón al país y al poder, titulándolo "Revolución y fusilamientos". Lo más interesante del volumen, que publicó Editorial Testimonio, es que se relata en detalle lo que ocurrió en Campo de Mayo, incluyendo los apoyo civiles externos.

Un cuarto libro es el del periodista Enrique Arrosagaray quien, en una edición solventada por él mismo, publicó en junio de 1996 el volumen titulado "La Resistencia y el general Valle". El material se consigue en contadas librerías de la calle Corrientes, y es una investigación importante para comprender la dimensión que tuvo aquel levantamiento en la zona sur del Gran Buenos Aires, y la participación de civiles. La tapa del libro, que reseñaremos en una próxima edición, reproduce un pequeño afiche que circuló luego de los fusilamientos, realizado por militantes de la resistencia de Villa Domínico, y que fue pegado en las paredes de aquella barriada de Avellaneda. Cada afiche fue hecho a mano, y una copia le fue enviada al general Perón, que en ese momento se encontraba exiliado en Venezuela. El afiche es muy simple, se trata de una mano abierta, con manchas rojas como la sangre en la palma y cada uno de sus dedos, con una leyenda que dice: "Aramburu, estas son tus manos".

Sin ser específicamente invetigaciones sobre el intento de derrocamiento de Aramburu, hay cuatro libros que dan cuenta de los sucesos de junio del ´56 y aportan a la historia. Tal vez el más interesante sea el de Gonzalo Leonidas Chaves y Jorge Omar Lewinger titulado "Los del ´73 - Memoria Montonera", de Ediciones de la Campana, donde el primero relata en detalle el levantamiento del Regimiento de Infantería 7 de La Plata. La historia se centra en el suboficial Horacio Chaves, líder del copamiento del cuartel, donde se libraron los enfrentamientos más duros de aquella jornada, siendo uno de los últimos lugares en ser recuperados por la dictadura de Aramburu, mientras que Chaves fue uno de los pocos que se salvaron de ser fusilado aquella madrugada.

Otro material de interés que toca el tema es "Nomeolvides - Memoria de la Resistencia Peronista - 1955/1972", escrito por Lialiana Carulli, Liliana Caraballo, Noemí Charlier y Mercedes Cafiero, editado por Biblos. El capítulo titulado "En la madrugada se cortan las frutas", levanta testimonios de participantes del levantamiento en La Plata, Rosario, Salta, Capital Federal y San Martín. Otro libro clave para entender el periodo en que el peronismo fue perseguido son los "Documentos de la Resistencia Peronista - 1955/1977", de Roberto Baschetti. Entre el material documental de aquellos días figuran la carta que el general Valle le escribió al general Aramburu minutos antes de ser fusilado, un testimonio de Susana Valle, hija del oficial rebelde, y la carta de Arnaldo Lizaso, padre de uno de los civiles fusilados

Los fusilados locales

Fueron numerosos los detenidos la madrugada del 10 de junio, e incluso hubo muchos allanamientos en días posteriores, buscando a sospechosos de haber participado en la intentona. Los fusilados superaron la treintena, y no solo hubo militares, sino que fueron muchos los civiles que se enfrentaron al pelotón de fusilamiento. Vale aclarar que no hubo juicio previo, ni defensa de ningún tipo, ni ninguna posibilidad de indulto, sino que la misma madrugada se empezó a ejecutar gente a mansalva, sin miramientos.

La localidad de Lanús, donde se iba a asentar el comando de Valle, fue uno de los lugares donde se produjeron fusilamientos. El basural de José León Suárez fue otro lugar donde se mataron civiles, y de donde además se fugaron otros. Un tercer lugar donde se mató a gente por orden presidencial fue en La Plata, mientras que en la Capital Federal hubo varios lugares de fusilamiento, entre ellos la antigua cárcel de la avenida Las Heras.

En Campo de Mayo también hubo fusilamientos, pero solo de militares, quienes fueron sometidos a tribunal de guerra, con condenas inmediatas y contradictorias. Los oficiales que participaron del juzgamiento de sus camaradas resolvieron absolver a los oficiales y condenar a muerte a los suboficiales, pero desde el Poder Ejecutivo vino una orden que dio vuelta el fallo. De esta manera los fusilados fueron todos oficiales, mientras que los suboficiales que esperaban a pocos metros se salvaron por muy poco ya que llegó la orden de Aramburu de no ejecutarlos. De esta manera los fusilados locales fueron los coroneles Alcibíades Eduardo Cortínez y Ricardo Salomón Ibazeta, los capitanes Eloy Luis Caro y Dardo Néstor Cano, los tenientes primeros Jorge Leopoldo Noriega y Néstor Marcelo Videla. En la lista local de fusilados y detenidos no hubo civiles ya que no llegaron a ser atrapados, pero a la vera de la ruta nacional 8 fueron muchos los militantes peronistas que esperaron la señal para entrar a la guarnición militar. Durante las jornadas siguientes hubo represalias, allanamientos y detenciones, para ninguno perdió la vida.

Fabián Domínguez

miércoles, 24 de marzo de 2010

Documental sobre Bolivia a una Semana en que Evo Morales busca su Reelección.
Proyecto Sur, pasó en Marcos Paz, el documental muy bien logrado por el Centro de Estudios e Investigaciones Históricas y Sociales, denominado Ahora es Cuando, Revolución Democrática y Cultural de Bolivia. Estuvo presente el Cónsul Adjunto de Bolivia, Antonio Abal Oña, acompañado de parte de quienes participaron de este documental, “ENTREVISTA”, dialogó con Fabián Domínguez, periodista y profesor de historia, y con el Cónsul Adjunto.
Una anécdota que pinta de cuerpo entero a la austeridad planteada desde el gobierno de Evo Morales, cuando nos presentamos al cónsul y le pedimos su filiación para armar la nota, nos facilita una tarjeta, pero nos pide que atendemos su nombre y muy amablemente nos pide que se la devolvamos, por que es la única tarjeta de presentación que tiene.
El documental que dura una hora y veinte minutos, tiene testimonios muy importantes para examinar desde una mirada argentina al proceso desencadenado desde la llegada a la presidencia de Evo Morales. En particular desde la aprobación de la reforma a la Constitución, hasta la actualidad sin dejar espacio para entender el proceso, desde hechos históricos que marcaron a este país. Otra de las características, fue conocer de los propios actores sociales y políticos, el racismo de los “Blancos” hacia las “Comunidades Originarias Andinas”, y el cambio dado hacia las clases permanentemente marginadas otorgando la jubilación, subsidios para estudiar y achicar en hectáreas al latifundio, realizando una reforma agraria, todos estos condimentos políticos están en el documental, que nos adelanto Fabián Domínguez
Sobre la actualidad Boliviana, pero sin olvidarnos de los acontecimientos del 2007 y 2008, en donde quisieron desestabilizar al gobierno de Evo Morales. El Cónsul Adjunto mostró una calma importante ante la elección general del seis de diciembre, en donde Juan Evo Morales Ayma va por la reelección. El venidero domingo cerca de cinco millones de bolivianos elegirán en las urnas al presidente y al vicepresidente del país, así como a los 166 miembros de la Asamblea Legislativa Plurinacional, nombre que adoptará el Congreso bicameral en el 2010.El mismo día, las regiones de La Paz, Oruro, Cochabamba, Potosí, Chuquisaca y Gran Chaco, y una decena de municipios indígenas, decidirán sobre su estatus autonómico. También hubo conceptos para conocer la situación de la comunidad Boliviana en la argentina, que según Abal Oña, rondan los dos millones

JAQUE AL MATE

El Centro de Estudios e Investigaciones Históricas y Sociales (CEIHS) comenzó una nueva investigación acerca de la represión que sufrieron en 1977, los trabajadores yerbateros de la zona de Gobernador Virasoro, en la provincia de Corrientes. El fin de semana pasado, un grupo de seis documentalistas se trasladaron hasta la ciudad correntina para tomar las primeras entrevistas.
Buenos Aires, 12 de marzo de 2007 (CEIHS).- El próximo miércoles 21 de marzo, los integrantes del Centro de Estudios e Investigaciones Históricas y Sociales (CEIHS) estrenarán un video donde dan a conocer rasgos de la vida, militancia y desaparición del matrimonio compuesto por Cristina Cornou y Nicolás Grandi. Mientras tanto el equipo de investigadores ya comenzó a realizar un nuevo trabajo, esta vez sobre la represión que sufrieron los trabajadores yerbateros de la zona de Gobernador Virasoro, en la provincia de Corrientes. El fin de semana pasado, un grupo de seis documentalistas se trasladaron hasta la ciudad correntina para tomar las primeras entrevistas.
La yerba del poder
“El Servicio Paz y Justicia y la Oficina Anticorrupción nos convocaron a colaborar en la investigación que viene impulsando la doctora Ana Chávez y aceptamos de inmediato porque se trata de un trabajo donde se busca demostrar la complicidad del poder económico con la última dictadura militar”, explicó Alberto Claudio López Camelo a La Hoja.El CEIHS es un equipo con base en José C. Paz, integrado por docentes y estudiantes de Historia y Comunicación quienes desde el año pasado están realizando diversas investigaciones. La curiosidad del trabajo que acaban de encarar es que sale de los límites de la provincia de Buenos Aires para trasladarse a la zona del noreste argentino. La investigación se centra en la influencia del Establecimiento Las Marías en la zona de Virasoro, donde el poder yerbatero sentó sus bases a partir de 1925 con los hermanos uruguayos Navajas Centeno. La nueva generación la encabezó Adolfo Navajas Artaza quien no solo fue gobernador durante la dictadura militar que se autodenominó Revolución Argentina, sino que durante el Proceso de Reorganización Nacional, que implementó el terrorismo de Estado, fue ministro de Acción Social.La primera denuncia formal la realizó Jorge Pérez, quien en Corrientes capital pidió que se investigue la desaparición de su padre, Neris Pérez, quien trabajaba en Las Marías, era parte del gremio Fatre y fue secuestrado la noche del 2 de junio de 1977. “Yo era muy chico cuando se llevaron a mi papá, pero después de tantos años decidí que tenemos que empezar a investigar lo que pasó en aquellos años. No solo mi padre está desaparecido, sino que el tarefero Marcelo Peralta fue secuestrado en un yerbatal”, le dijo Jorge Pérez a La Hoja. Como curiosidad se puede agregar que, la noche de la desaparición secuestro de Peralta, un grupo de tareas secuestró y torturó cruelmente a Ramón Peralta, hermano del desaparecido y tarefero, a la vez que golpeó salvajemente a Ramón Falcón, vecino del desaparecido, y también tarefero.
Un arrepentido que no se arrepiente
La tarea que el equipo del CEHIS inició hace una semana tiene datos concretos y testimonios valiosos ya que confirmó que durante la dictadura hubo más de una docena de secuestros, seguidos de torturas; armado de causas judiciales contra dirigentes sindicales, e incluso persecución a todos aquellos que apoyaran al reclamo de los trabajadores. Los blancos de la represión se centraron en los dirigentes de los dos sindicatos que trabajaron en la zona previo al golpe de Estado, es decir STIA y Fatre, los simples trabajadores que cosechan hoja de mate para la molienda y que son denominados tareferos, y algunos funcionarios de la localidad como la jefa del Registro Civil o el Juez de Paz, a quienes no solo desplazaron de sus cargos sino que sufrieron una persecución fuerte.“Tenemos la impresión de que la gran represión desatada contra los trabajadores vinculados a los yerbatales se debió a la única huelga que se realizó en el establecimiento Las Marías en ocho décadas de existencia. La medida se tomó el 25 de junio de 1975, duró 48 horas y tuvo un acatamiento masivo”, señaló Marcelo Acuña, fundador del Sindicato de la Industria de la Alimentación (STIA) de Virasoro en 1974. Después del golpe de Estado, Acuña fue detenido durante cuatro años por las fuerzas militares en distintos lugares de la costa este de Corrientes, y junto a él sufrió la misma suerte el tesorero del gremio, Pablo de la Cruz Franco.El equipo del CEHIS logró obtener once testimonios claves, incluyendo la de un ex policía provincial que se dedicaba a señalar la casa de los trabajadores y que compromete seriamente a la mayor empresa yerbatera de la zona. “Entrevistamos al ex agente Jiménez, quien reveló que participó de la represión señalando las casas de vecinos, incluso reveló que fue quien señaló la casa de Neris Pérez. Para nosotros se trata de un arrepentido, quien además acusa a Navajas Artaza de instigador, pero cuando lo entrevistamos nos dijo que no tiene nada de que arrepentirse porque él solo cumplía órdenes”, subrayó Diego Veggetti, integrante del equipo que viajó a Virasoro y regresó anoche.
La palabra de Don Toco
La investigación ya empezó y se trata de conocer los vínculos del poder económico con la dictadura. El caso del Establecimiento Las Marías sería similar al del Ingenio Ledesma, en la provincia de Jujuy, donde la empresa establece un poder feudal tal que paraliza de miedo a los pobladores. “Mi padre desapareció por luchar por los derechos de los trabajadores y no dudó en enfrentar el poder económico del lugar. Para mi es un orgullo y un ejemplo, pero creo que tardé mucho en tomar la decisión de reclamar justicia. Ahora ya estoy jugado y me doy cuenta que no estoy solo porque luego de mi denuncia empezaron a acercarse numerosos casos de secuestros, torturas y represión ilegal. La realización del documental va a ser un escalón más en la lucha contra la injusticia”, dijo Pérez.El equipo del CEIHS empezó a trabajar con la parte más difícil del video, conseguir una entrevista con Adolfo Navajas Artaza y conocer su opinión sobre lo que le pasó a los trabajadores de sus yerbatales. La denuncia de Pérez, que ningún juez en la provincia de Corrientes quiere tomar, preocupó al equipo de abogados del empresario correntino, que le habrían aconsejado guardar silencio. Mientras tanto se suman nuevos testigos que están decididos a romper con treinta años de silencio.
Fabián Domínguez